¿Un insecto con cualidades curativas?

En nuestro país, una red de familias distribuye un tipo de escarabajo al que
atribuye propiedades curativas.

Desde hace cuatro años, un analista de sistemas de la ciudad misionera de
Oberá, Rubén Dieminger, promueve un tratamiento que consiste en la ingesta de
unos 4.900 tenebriónidos durante 140 días para curar desde artritis hasta mal de
Parkinson, úlceras, diabetes, asma, soriasis, osteoporosis, cáncer o
SIDA.

Sin embargo, al ser interrogado sobre los fundamentos de esta terapia,
Dieminger responde que no tiene «ninguna formación en salud para avalar la
investigación científica de los gorgojos».

No apto para estómagos sensibles, el tratamiento que Dieminger tomó de Arnoldo
Ršsler, colono de la ciudad misionera de Leandro N. Alem, se basa en los
Ulomoides dermestoides, originarios de Asia.

A medida que sus supuestos «beneficios» se difunden de boca en boca y a través
de Internet, aumentan sus consumidores y, a su vez, muchos argentinos los
ingresan desde Paraguay sin autorización para criarlos en sus casas.

Según Dieminger, su objetivo es que el Estado investigue los aportes curativos -si
es que los tuvieran- de los tenebriónidos, que, afirma, aumentarían el nivel de
defensas del sistema inmunológico. Para esto, organizó con su familia y «pocos
amigos» la Fundación Avanzar, en Oberá. Con ella respalda la Cadena del
Gorgojo, que fomenta el consumo de estos bichitos a través de una red de
distribución gratuita formada por 380 familias que los crían en sus hogares. Para
todos ellos, los tenebriónidos son «un antibiótico antitumoral y un antineoplásico
natural».

«Mi objetivo es que el Estado investigue y arme un supercriadero de gorgojos
para las personas sin recursos. El gobierno se involucrará cuando considere que
es un negocio político interesante», afirmó.

La hipótesis de Dieminger es simple: al llegar “vivos” al estómago los gorgojos se
mueren y liberan proteínas, aminoácidos y una sustancia desconocida que
denomina coleotoxina. «Es sólo una forma de trazar un paralelo entre la crotoxina
y la toxina encontrada en este coleóptero», explicó.

En Paraná, cientos de entrerrianos consumen estos insectos a partir de la difusión
que el Padre Antonio Orlando Mattiassi le da en su iglesia Inmaculado Corazón de
María de la capital de la provincia litoraleña.

«Los gorgojos son un regalo de Dios Padre a la humanidad sufriente y
especialmente para los más pobres, que no pueden pagarse medicamentos
costosos, y para darles una lección a los grandes laboratorios que especulan con
la vida de los desposeídos», rezan los volantes que el Padre Mattiassi entrega en
su parroquia.

A pesar que el texto señala que los gorgojos se distribuyen “gratuitamente”, se
pide una “colaboración” de al menos siete pesos por cada recipiente, suficiente
para iniciar la cría casera.

Mientras tanto, según un informe publicado en el último número de la revista de la
Sociedad Argentina de Entomología, se afirma que los tenebriónidos orientales
son una «plaga potencial para los granos y los cereales almacenados».

Uno de sus autores es el doctor Gustavo Flores, del Laboratorio de Entomología
del Instituto Argentino de Investigación de las Zonas Áridas (Iadiza) del Conicet,
en Mendoza. El especialista lamentó que esta especie haya ingresado en la
Argentina.

Nota: Ante cualquier duda, consulte a su médico.

Publicado en: Novedades

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