Médicos del departamento de Salud Pública y Atención Primaria de la
Universidad de Bergen (Noruega) han llegado a esta conclusión tras evaluar a
más de 22.000 ciudadanos de este país con una edad comprendida entre los 40 y
los 47 años y realizarles cuestionarios sobre sus hábitos de vida.
La esclerosis múltiple es un trastorno neurológico crónico. Consiste en una
inflamación del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) que da lugar
a un deterioro de los nervios y de la capa que los recubre, la mielina. Las
personas afectadas pueden quedar incapacitadas por la enfermedad, ya que se
dan episodios de parálisis o pérdida de fuerza y movilidad en distintas partes del
cuerpo que aunque mejoran con los tratamientos existentes no recuperan
completamente su estado previo al brote.
De todos los participantes, un total de 87 individuos habían desarrollado esclerosis
múltiple. Los investigadores observaron, tras analizar los datos, que los
fumadores eran 1,81 veces más propensos a desarrollar este trastorno
neurológico que quienes no consumían tabaco.
En el estudio, se detectó que el riesgo variaba con el sexo. Cuando el fumador
era hombre, su riesgo era 2,75 veces superior al de aquellos que nunca habían
probado el tabaco. Sin embargo, esa tendencia no era tan elevada en las
mujeres, ya que su probabilidad de sufrir esclerosis múltiple era 1,61 veces
mayor que la de otras participantes sin este hábito tóxico. El tiempo medio desde
que estas personas habían comenzado a fumar hasta el desarrollo de la
enfermedad fue de 15 años.
«Varios modelos biológicos podrían explicar el riesgo elevado de esclerosis
múltiple entre los fumadores. Entre otros, se incluyen los efectos de fumar en el
sistema inmunológico, el impacto directo del tabaco sobre la barrera hemato-
encefálica y las secuelas tóxicas sobre el sistema nervioso central», explican los
autores del estudio publicado en la revista Neurology. Además, añaden que la
relevancia de estos mecanismos y el papel específico de los componentes del
humo de los cigarrillos, como la nicotina, deberían ser explorados en estudios
experimentales con animales.
Aunque el origen de la esclerosis múltiple se desconoce, los expertos creen que
una combinación de factores genéticos y ambientales es la responsable de esta
patología. «Los factores del medioambiente, que incluyen las infecciones, el estilo
de vida como el tabaquismo y la dieta, puede ser la causa del desarrollo de esta
enfermedad en personas genéticamente susceptibles a este trastorno», explicó en
un editorial de la misma revista Gary Franklin.
El editorialista, doctor de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad
de Washington, en Seattle (Estados Unidos), añadió que los factores
medioambientales más interesantes para los pacientes con esclerosis múltiple son
los modificables que provocan exacerbaciones de la enfermedad. «Dejar de fumar
y tomar una dieta baja en grasa animal y rica en ácidos grasos poliinsaturados y
alimentos ricos en vitamina D puede ser alentador», concluyó Franklin.
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