En la Argentina así como en la mayor parte de los países del mundo- la
primera causa de los decesos son las enfermedades coronarias. Y sólo el 18 por
ciento de los pacientes alcanza y logra mantener las cifras de colesterol
consideradas sanas, aceptadas y recomendadas por el consenso médico
internacional.
En este contexto, preocupante es el resultado obtenido a partir de un trabajo de
encuestas (más de 14.000) realizadas en 21 provincias argentinas y coordinado
por la Sociedad Argentina de Cardiología en el año 2001 (conocido como estudio
REDIFA). El sondeo afirma que el 37 por ciento de los argentinos jamás controló
su nivel de colesterol.
Pero las cifras llamativas no terminan allí. Según explica el doctor Jorge
Tartaglione, Jefe del Servicio de Prevención y Calidad de Vida en el Hospital
Churruca, de entre quienes sí se controlaron alguna vez, un 10 por ciento
recibió por su grado de riesgo- algún tratamiento con medicamentos que le
ayudara a controlar el nivel. Pero de estas personas medicadas, el 40 por ciento
abandonó los fármacos no por cuestiones económicas sino tal vez por
algo «cultural», una situación que se repite a lo largo y ancho del país.
El fenómeno del abandono se verifica en todos los estratos sociales, en personas
con diferentes grados de educación, hombres y mujeres, en distintos grupos
étnicos.
En ese sentido, la escasa fidelidad al tratamiento a lo largo del tiempo es uno de
los grandes problemas que enfrenta el contar con un buen control del colesterol.
En la medida en que un enfermo no lleve a cabo estas mediciones, puede
terminar desayunándose con que sus niveles aumentaron peligrosamente. Una
suba de 10 mg/dl del LDL (el denominado malo) aumenta en un 20 por ciento la
probabilidad de sufrir una isquemia. Por el contrario, una baja de 30 mg conlleva
una disminución de hasta un 30 por ciento en cuanto a riesgos
cardiovasculares.
Las otras razones por las que los enfermos no siguen los tratamientos recetados
son variadas: desde el olvido común a los efectos adversos de la medicación,
desde un régimen de tratamiento complicado, a cambios frecuentes en la
modalidad de la terapia y la escasa educación sanitaria del paciente sobre su
patología. Además, suelen ser personas medicadas por varias razones y
patologías y lógicamente tienden a eliminar aquellos tratamientos de las
afecciones que creen- no les afecta su vida cotidiana.
Fuente: www.saludyciencias.com.ar
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