A pesar que siempre han sido consideradas como el enemigo número uno de
la silueta, ahora finalmente las pastas han sido reivindicadas y hoy se las
recomienda en las dietas para adelgazar, ya que al aumentar de volumen durante
su cocción provocan saciedad manteniendo las calorías en los límites permitidos.
Claro, habrá que consumirlas con moderación en una dieta equilibrada y tener
cuidado con la salsa o alimento con que se las acompaña.
Los especialistas en nutrición sugieren comer diariamente, por lo menos, 200
gramos de pasta. De este modo, se aporta al organismo de un 14% a 18% de su
necesidad energética. Además, está comprobado clínicamente que las pastas
bajan el grado de colesterol en la sangre y favorecen el funcionamiento regular
de la tiroides. A diferencia del pan, las pastas no provocan el pico de glucemia
(presencia de glucosa en la sangre), por eso, la liberación de insulina es
irrelevante y el mecanismo normal del organismo continúa con sus funciones sin
acumular grasas.
Para que no se conviertan en un riesgo para la dieta, las pastas deben ser de
buena calidad; es decir, tendrán que estar elaboradas con materias primas de
primera línea. De esta forma, al organismo le resultará más fácil metabolizarlas o
eliminar rápidamente lo que no utilice sin acumular excedentes en sus depósitos
de energía.
También, su tiempo de cocción es importante. Deben quedar al dente (un poco
duritas). Si están muy cocinadas se empiezan a desintegrar y sus nutrientes se
pierden porque quedan en el agua.
La importancia de los carbohidratos o hidratos de carbono, de los cuales nos
proveen las pastas, radica en que éstos constituyen el combustible que el cuerpo
humano necesita para funcionar y representan una fuente muy importante de
energía (en realidad, la más importante) por ende, deben estar presentes en toda
dieta, de manera mayoritaria: entre un 55% y el 60% del total de calorías que se
consumen diariamente debe provenir de los carbohidratos.
La mayoría de los hidratos de carbono procede de los granos, verduras de hoja,
hortalizas, frutas y legumbres y, también, lácteos. Los mismos se subdividen en
simples (azúcares) y complejos (fibras y almidones). Las pastas, que se elaboran
a partir de la harina que se obtiene del trigo duro (sémolas), pertenecen a ésta
última categoría y se constituyen en una poderosa fuente de
carbohidratos.
El hecho de que las pastas engorden no es del todo cierto: para lograr el objetivo,
bajar de peso o no engordar, las pastas nunca deben ser combinadas con pan,
arroz o, en general, con otros alimentos que contengan carbohidratos complejos.
Lo aconsejable es acompañarlas con verduras cocidas o ensaladas verdes,
también, tomates. Tampoco con salsas grasosas, recargadas de condimentos y
alimentos calóricos. Además, nada de lasañas y canelones, salvo los de verdura y
sin salsa blanca o crema.
Finalmente, como estamos hablando de una dieta para adelgazar, cabe sugerir
que las pastas secas son más aconsejables que las frescas. Los spaguetis, o
cualquiera de sus variantes, con un chorrito de aceite de oliva o una sutil y
saludable salsa fileto es lo ideal como acompañamiento.
Nota: Consulte por cualquier duda a su médico o nutricionista de confianza.
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