La disfunción eréctil, o impotencia, es un trastorno que produce un
considerable deterioro en la vida del hombre que la padece.
Se sabe que los hombres con un índice de masa corporal mayor (una relación
entre el peso y la estatura) de 28,7 tienen un riesgo un 30% mayor de tener una
disfunción eréctil que aquellos con una cifra normal, de 25 o menos. Además, con
frecuencia aparecen estos dos trastornos conjuntamente.
Por este motivo, investigadores del Centro para el Control de la Obesidad y de la
Universidad Segunda de Nápoles, en Italia, han llevado a cabo un estudio para
evaluar si los cambios en el estilo de vida diseñados para una reducción de peso
sostenida y a largo plazo (en torno a un 10% o menor) y el aumento de la
actividad física afectan positivamente sobre la impotencia y los marcardores de
salud cardiovascular.
El estudio, que se publicó en el Journal of American Medical Association, trabajó
con ciento diez varones obesos de entre 35 y 55 años sin trastornos cardiacos y
con impotencia que fueron asignados a dos grupos. La mitad de los participantes,
el grupo control, recibió información sobre los beneficios de una alimentación sana
y el ejercicio al comienzo del estudio y cada dos meses.
La intervención en el otro grupo consistió en un asesoramiento detallado sobre
cómo conseguir una pérdida de un 10% de su peso o más. Se les ofreció
información sobre la reducción calórica y sesiones mensuales sobre una dieta
basada en una ingesta de 1.700 calorías durante el primer año y de 1.900 en el
segundo.
También tuvieron apoyo psicológico y conductual. También recibieron una guía
individual para aumentar su actividad física, principalmente caminando, pero
también nadando o practicando algún deporte como fútbol.
Después de dos años, el peso disminuyó significativamente más en el grupo de
intervención que en el grupo control. También se observó en un tercio de los
participantes que practicaron una mayor actividad física una mejoría de su
disfunción sexual mientras que esto sólo ocurrió en tres participantes del grupo
control.
Nuestros datos demuestran que los cambios en el estilo de vida, una reducción
calórica y un aumento del ejercicio, mejoran la función eréctil en los hombres
obesos y dió resultado en un tercio de los varones con impotencia. Esta mejoría
fue asociada con una mejora tanto de la función endotelial y de los marcadores de
la inflamación vascular, explican los autores del estudio.
Por este motivo, concluyen que un cambio en la conducta puede representar una
estrategia eficaz para mejorar la función eréctil y reducir el riesgo cardiovascular
en los pacientes obesos.
En un editorial, publicado también en ‘JAMA’, Christopher S. Saigal, médico de la
Universidad de California, Los Angeles (EEUU), alava el estudio de los
investigadores italianos aunque advierte de que quizá estos resultados no se
puedan generalizar a aquellos pacientes obesos con algún tipo de enfermedad
cardiaca, diabetes o hipertensión.
No obstante, señala que en un momento en el que la obesidad se ha convertido
en una crisis de salud pública, este estudio ofrece evidencia de la eficacia sobre lo
que quizás debería ser el tratamiento de primera línea para las personas obesas
con impotencia.
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