Nuestra dieta, según pasan los años

Muchos de los problemas que afrontamos a medida que nuestro cuerpo
envejece, pueden ser eliminados, o por lo menos retrasados, con una dieta
apropiada en nuestra juventud y mediana edad.

A medida que una persona envejece, especialmente a partir de los 60 o 65 años,
su apetito comienza a declinar, por lo que es muy posible que, durante sus años
más adultos, no ingiera una nutrición apropiada, la cual es necesaria para
combatir infecciones y prevenir enfermedades. De hecho, muchas de las
infecciones y enfermedades que sufren los adultos, son causadas por una dieta
inadecuada.

Una persona que ha comido muchos alimentos saturados en grasa durante toda
su vida, tiene riesgos extremadamente altos de sufrir enfermedades cardíacas,
paros cardíacos o ataques de corazón. Por su parte, una persona que ha
consumido una alta cantidad de alcohol durante toda su vida, tiene un alto riesgo
de padecer problemas de hígado, páncreas, o riñón, para no mencionar las
mayores posibilidades de contraer cáncer.

Por lo tanto, lo ideal es comenzar a tomar una buena dieta durante la juventud o
mediana edad, comiendo alimentos bien sanos, como por ejemplo verduras,
frutas y por supuesto carnes (aunque estas últimas, no en exceso).

Por supuesto, el cuerpo de una persona mayor no necesita la misma ingesta de
alimentos que cuando ésta es más joven, donde consume más calorías para
poder desarrollarse y crecer. En efecto, durante la adultez, el metabolismo del
cuerpo se retrasa, y no necesita consumir tantas energías para
funcionar.

Sin embargo, existen ciertos nutrientes que son más necesarios para los
organismos con mayor edad que para sus pares más jóvenes. Nos estamos
refiriendo a las vitaminas y minerales, los cuales son imprescindibles para el buen
estado de salud de una persona mayor. El calcio, por ejemplo, previene la
osteoporosis, y mantiene los huesos sanos. En tanto, la vitamina D, es altamente
necesaria para ayudar al organismo a absorber el mismo calcio. El cinc, por su
parte, es fundamental para combatir las infecciones, puesto que con la edad el
sistema inmunológico del cuerpo, también declina. La fibra, es muy importante
para fortalecer los músculos del estómago, que se debilitan con la edad, y para
prevenir las constipaciones.

Cuanto más adulta es una persona, mayores necesidades tiene de ingerir una
dieta rica en nutrientes, que la ayuden a combatir el decaimiento general de su
organismo. Una persona adulta debe intentar consumir, por lo menos, seis
porciones de almidón diarios, lo cual se puede encontrar en todo tipo de porotos,
pan de centeno, chauchas secas; papas y todo tipo de pastas.

Las frutas y verduras, también son imprescindibles para mantener una buena
salud. Las frutas frescas, el brócoli, el repollo, y las uvas, son, especialmente,
excelentes fuentes de vitaminas C y A, las cuales son fundamentales para
reforzar y mantener un buen sistema inmunológico, que nos evite padecer todo
tipo de infecciones, algunas de las cuales pueden ser mortales.

En tanto, las comidas altas en proteína, deben ser ingeridas por lo menos dos
veces por semana. Se sugiere especialmente la carne de vaca, el pollo y los
huevos. Por su parte, los productos lácteos son definitivamente necesarios para
ayudar a los huesos a conservar su fortaleza y estabilidad.

Finalmente, recuerde que el ejercicio es una parte importantísima en un
organismo saludable. Si usted sufre de pérdida del apetito, el ejercicio físico será
también muy bueno para estimular su apetito.

Nota: Ante cualquier duda, consulte a su médico nutricionista.

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