El aumento en el consumo de comida preparada fuera de casa y el número
de individuos con sobrepeso ha llevado caminos paralelos. En los años ’70 en
EEUU un 20% de la energía consumida por un adolescente era comida preparada.
Esta cifra llegó a un 35% a mediados de los 90.
En los últimos años se ha duplicado el número de calorías que se consumen en
restaurantes y establecimientos de comida rápida, y con frecuencia esta comida
está frita, muchas veces con grasas animales. Diversos estudios han demostrado
que el consumo de estos productos aumenta el riesgo cardiovascular en los
adultos, pero ¿qué pasa con los adolescentes?
Un estudio publicado en la revista «Pediatrics» ha demostrado que en los
adolescentes la ingesta de estos alimentos se asocia a mayor riesgo de
sobrepeso, de dietas insanas y de consumo calórico elevado.
El trabajo incluyó datos sobre la dieta de 7745 chicas y 6610 chicos de nueve a 14
años de edad que fueron entrevistados en 1996 y posteriormente reevaluados
anualmente hasta 1999. Se demostró una relación directa entre el consumo de
comida frita preparada fuera de casa y el índice de masa corporal (peso dividido
entre talla al cuadrado) de los adolescentes: cuantas más veces a la semana
comían estos alimentos más índice de masa corporal tenían.
Además se comprobó que aquellos jóvenes que aumentaban su consumo de fritos
durante el seguimiento, pasando de una vez a la semana a cuatro a siete veces
semanales en el plazo de un año, tenían más riesgo de aumentar su índice de
masa corporal, comparados con los que no modificaban sus hábitos.
Comer más fritos también se asocia a tomar más calorías diarias, a beber más
bebidas azucaradas y a tomar más grasas animales. Además estos jóvenes
consumen mucha menos fruta y verdura que los que toman menos productos de
este tipo.
Los autores del estudio, entre los que se encuentra la doctora Elsie Taveras, del
Departamento de Epidemiología y Nutrición de la Escuela Pública de Salud de
Harvard, resaltan que «las familias suelen cenar juntas, pero con frecuencia lo
hacen fuera de casa o con comida preparada. Por lo tanto, una buena estrategia
de salud pública para promocionar el mantenimiento de peso en los adolescentes
sería aumentar su educación nutricional y la de sus padres, dando importancia a
una dieta equilibrada».
Fuente: www.elmundosalud.com
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