La grasa nos
sirve para almacenar
energía, protegernos
contra traumas,
mantener el calor
del cuerpo
aislándonos del
frío, además de
participar en el
metabolismo
hormonal, darnos
sensación de
saciedad y mejorar
el sabor de los
alimentos. Y lo más
importante, aporta
la energía para
efectuar nuestras
actividades diarias,
aunque no todos son
iguales ni los
necesitamos en la
misma
medida.
Para mantenerse en
línea en forma
saludable no hay que
erradicar las
grasas,
sino ingerir las que
benefician al
organismo dentro de
una dieta
saludable.
Algunos miembros de
la familia de los
lípidos o grasas son
los «triglicéridos»,
que
componen el 95% de
la grasa en el
cuerpo, así como los
fosfolipidos
(lecitina) y
esteroles
(colesterol).
El colesterol, por
ejemplo, se
convierte en un
problema cuando se
encuentra en
exceso en el
organismo. Proviene
de dos fuentes: por
producción del
hígado y la
que se adquiere por
la ingestión de
alimentos que lo
contienen. Sólo está
presente
en alimentos de
origen animal como
vísceras, quesos y
yema de huevo, entre
otros.
El colesterol «malo»
debe reducirse en
los pacientes con
riesgo elevado de
sufrir
un ataque al corazón
o derrame
cerebral.
Asimismo, se habla
de «grasas buenas».
Son las grasas de
nueces, semillas,
pescado y aceites
vegetales (oliva,
canola, girasol,
soja, maíz), las que
tienen un
efecto beneficioso
para la
salud.
En definitiva, no
hay problema en
consumir grasas,
mientras éstas sean
de
fuentes
saludables.
Fuente: Terra.
Deja una respuesta