Cuando la sal y el azúcar nos pueden complicar la vida

Los endocrinólogos, cardiólogos y dentistas son los que más combaten el
azúcar refinado. Visible en terrones o en polvo, o invisible en tortas, caramelos,
refrescos, etc., el azúcar refinado es considerado una de las mayores causas de
caries dentales, de obesidad, de artereoesclerosis, de diabetes en personas
propensas e, incluso, de infertilidad en las mujeres.

El azúcar refinado es de fácil digestión, pasando rápidamente a la sangre y
liberando una hormona llamada insulina, que transforma el azúcar en grasa,
sacándola rápidamente de circulación, provocando hipoglucemia (falta de azúcar),
que se manifiesta por síntomas como la somnolencia, cefalea, tensión nerviosa e
irritabilidad.

Los azúcares existentes en los alimentos hacen innecesario el uso de azúcar
refinado.

El origen de la dependencia orgánica del azúcar ya ha sido desmitificado por
investigaciones médicas que demostraron que básicamente es psicológica. Existen
casos en los cuales es necesaria, como en la hipoglucemia funcional, cuando es
necesario ingerir una dosis de azúcar rápidamente. Sin embargo, el tratamiento
de las hipoglucemias a largo plazo consiste en restringir el uso de azúcar en los
momentos de crisis, reemplazándola por frutas.

Los naturistas afirman que los pueblos primitivos, cuya dieta enfatizaba los
alimentos en estado natural, a veces levemente cocidos, no conocieron la
diabetes, la obesidad y las caries dentales. Para ellos, el progreso trajo la
refinación y, al enriquecer el azúcar, se eliminaron sus nutrientes.

En cuanto a la sal (o cloruro de sodio), ésta se encuentra en cualquier cuerpo vivo
y, junto con otras sales minerales, brinda energía, fortaleza y resistencia a los
órganos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nuestras necesidades son de
aproximadamente 6 gramos por día solamente, incluyendo en esa cantidad la sal
de los alimentos.

A pesar de que la naturaleza ha montado un mecanismo perfecto, capaz de
eliminar el excedente de sal por los riñones, los desequilibrios repetidos entre la
ingestión/excreción de la sustancia terminan por alterar este equilibrio.

Los trastornos derivados del uso abusivo de sal se conocen desde principios de
siglo, cuando se investigaron las causas de los edemas, de la insuficiencia
cardíaca, de la cirrosis y de las enfermedades renales. Después se comprobó que
la sal agravaba, e incluso provocaba, la hipertensión arterial.

Quien practica algún deporte o expone el cuerpo a temperaturas elevadas puede
necesitar un refuerzo moderado en la ingesta de sal. Sin embargo, no es
conveniente exagerar después de los 40 años de edad.

Ya que estos dos elementos se encuentra muy arraigados en nuestro hábito
alimenticio, sin duda sería casi imposible abolir totalmente sus usos, pero el
establecer orden al respecto en la dieta, es importante para llevar una vida
sana.

Nota: No olvide consultar periódicamente a su médico.

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