La conducta alimenticia de los padres influye en los hijos

De darse esta combinación, publica el “Journal of Epidemiology and
Community Health”, los bebés podrían nacer con bajo peso y desarrollar
sobrepeso de adultos, aumentando las probabilidades de padecer cardiopatías,
tensión alta y diabetes.

Se estudió a 7.000 personas cuando nacieron, en 1958, y cuando cumplieron
siete, 11, 16, 23 y 33 años. Según los resultados de esta investigación, 284
hombres y 338 mujeres presentaron un alto riesgo de padecer una enfermedad
crónica. Los integrantes de este grupo resultaron ser los más bajitos.

Con siete años, ellos midieron un centímetro menos y ellas dos, en comparación
con el resto de los integrantes de la muestra, hasta llegar a medir una media de
tres centímetros menos con 33 años. Además, según destaca el estudio, por cada
centímetro de más en la estatura de la madre, el riesgo del niño disminuyó un
5%.

Pero, el papel del padre también resultó determinante. Si éste padece sobrepeso
el niño es más propenso a desarrollar algún trastorno siendo adulto. De hecho los
investigadores explican que por cada unidad de más en el índice de masa
corporal, la probabilidad de que el niño se encontrase en el grupo de riesgo
aumentó en un 7%.

Otro rasgo compartido por los integrantes del conjunto es la tendencia al
sobrepeso una vez cumplidos los siete y el aumento de la envergadura de forma
mayor y más rápida. Asimismo, muchos de ellos procedían de familias de clase
trabajadora y con madres que fumaron durante el embarazo.

«Las causas del alto riesgo en esta generación nacida en 1958 parece que se
originan en el útero o incluso en una etapa más temprana, en la vida de la madre,
con condiciones adversas que pueden tienen un buen o mal efecto a la hora de
proteger del riesgo», concluyen los expertos.

Estos resultados suponen otra prueba más que añadir a los diversos estudios
realizados hasta el momento sobre las marcas biológicas de la herencia familiar.
Es probable que las condiciones físicas de un individuo se vean marcadas por las
de sus predecesores en la cadena familiar. Los hábitos o la salud de los abuelos o
de los padres, pueden dejar huella en el ADN que se irá heredando por las
siguientes generaciones.

Publicado en: Novedades

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