Para prevenir estas consecuencias negativas, aquellos adultos que pesan
más de la cuenta deben poner ya el remedio, que consiste en reducir la ingesta
diaria de calorías y hacer ejercicio regularmente.
El grupo de estudio, con 6.766 participantes, estaba formado por hombres y
mujeres que a finales de la década de los 60 y a principios de los 70 eran de
mediana edad. De ellos, los que padecían sobrepeso y obesidad tenían más
riesgo de sufrir problemas de salud 26 años después (durante 1990), según
concluyó la investigación, realizada por un equipo de la Universidad de Chicago y
publicada en Archives of Internal Medicine.
Se observó que los adultos que en esa época tenían un peso normal gozaban,
años después, de un estado de salud que ellos mismos consideraban como «muy
bueno» o «excelente». En efecto, el 47% de las mujeres que se encontraban en
esa situación, en un peso adecuado, mostraban unos índices de salud muy
positivos, frente al 38% de las féminas con sobrepeso y al 24% de las que sufrían
obesidad. Para llevar a cabo el análisis, los investigadores se basaron en el índice
de masa corporal (BMI) y descubrieron que un BMI elevado durante la edad
adulta está asociado a una peor calidad de vida en la vejez.
Principalmente, los participantes con sobrepeso padecían más problemas
relacionados con la actividad física, como, por ejemplo, dificultades para caminar
durante tiempo o subir escaleras. Pero además de tener esta fuerte relación con
la salud física, el exceso de kilos también produce un perjuicio en el bienestar
emocional y social de estas personas.
Para la doctora Martha L. Daviglus, una de las autoras del estudio, este
descubrimiento es importante, sobre todo, porque como la esperanza de vida
continúa creciendo, los ciudadanos querrán disfrutar de la más alta calidad de
vida durante esos años. Por ello, «las personas con sobrepeso deberían reducir la
cantidad de calorías que toman diariamente y hacer algún tipo de ejercicio físico»,
advirtió.
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