Ahora, una nueva investigación presentada en las 65as. Sesiones Científicas
Anuales de la Asociación Americana de Diabetes, revela que esta droga que actúa
sobre mecanismos clave de la regulación del apetito tiene todavía más utilidades
terapéuticas: también ayuda a poner bajo control los elevados niveles de glucosa
característicos de la diabetes, enfermedad que afecta a un millón y medio de
argentinos.
Nuestro estudio tuvo éxito en su principal objetivo: promover la pérdida de peso
en personas con diabetes, declaró el profesor André Scheen, director de
farmacología clínica del hospital de la Universidad de Lieja, Bélgica, principal autor
del estudio RIO Diabetes, realizado en 151 centros médicos de Europa, los
Estados Unidos, Canadá y la Argentina.
Del ensayo clínico participaron 1045 diabéticos con sobrepeso u obesidad, que
sumaron rimonabant a su tratamiento con medicamentos antidiabéticos orales.
Más de la mitad logró deshacerse del 5% de su peso corporal, lo que confirma
estudios previos que habían demostrado que el fármaco logra ese efecto en hasta
el 75% de las personas con sobrepeso, pero sin diabetes.
Obtener una reducción de esa magnitud cuesta más en los diabéticos: «El control
de los niveles de glucosa que proveen los actuales tratamientos se asocia
habitualmente con un aumento de peso», explicó Scheen.
Y aunque un 5% parezca un logro poco ambicioso, es la meta que se le exige a
cualquier programa serio de reducción de peso en obesidad y diabetes. Como
explicó el doctor Isaac Sinay, jefe del Servicio de Endocrinología y Metabolismo
del Hospital Francés, «con un 5% menos de peso corporal se obtiene una
disminución muy significativa de los niveles de insulina, lípidos y presión arterial,
y además el organismo responde mejor a los medicamentos para la
diabetes».
Así, al mismo tiempo que permite adelgazar, el rimonabant reduce factores de
riesgo cardiovascular, como los triglicéridos elevados, la hipertensión arterial y
una pobre presencia de colesterol HDL (o «bueno» porque previene el
infarto).
Y lo que es incluso más importante, tratándose de personas con diabetes: baja los
niveles de glucosa en sangre, incluso en pacientes con niveles cercanos a lo ideal,
en los que es difícil obtener mayores mejorías.
«Nuestro estudio mostró una reducción de 0,7% de la hemoglobina glicosilada (un
marcador que permite conocer cómo se ha comportado la glucosa en sangre
durante los dos meses previos a su análisis), lo que equivale a bajar un 25% el
riesgo de las complicaciones severas de la diabetes», apuntó el profesor Scheen.
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