Los especialistas aclararon, sin embargo, que las ventajas de «echar una
siesta» están condicionados a una buena noche de descanso.
Los médicos explicaron que una noche de sueño profundo es vital para el buen
funcionamiento del organismo, incluso cuando la siesta o un sueño rápido pueden
potenciar la memoria y el aprendizaje.
La aseveración es el resultado de un estudio que siguió el comportamiento de las
funciones del cerebro de un grupo de voluntarios dispuestos a dormir la siesta «en
beneficio de la ciencia».
Las conclusiones aparecen en la revista Nature Neuroscience, de la Universidad
de Harvard, donde se compara las capacidades en la memoria y el aprendizaje de
dos grupos de personas.
A un grupo se le permitió dormir unos 90 minutos cada día, mientras que al otro
se le pidió no dormir durante el día.
Los que disfrutaron de su siesta demostraron mejor capacidad para recordar y
aprender que aquellos que no durmieron durante el día.
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