El estudio, liderado por un científico de Nueva York, es publicado por el
periódico de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Análisis cerebrales de siete personas con sobrepeso revelaron que las regiones
del cerebro que controlan la saciedad son las mismas que llevan a los drogadictos
a consumir.
Los involucrados habían sido previamente implantados con un dispositivo de
reducción de peso llamado «estimulador gástrico implantable» (IGS, por sus siglas
en inglés).
El implante envía señales electrónicas al nervio vago (o nervio neumogástrico)
que a su vez transmite mensajes de saciedad al cerebro, reduciendo el deseo de
comer.
Para estudiar la interacción entre el estómago y el cerebro, los voluntarios
recibieron dos tomografías tomadas con una distancia de dos semanas, una con el
implante en funcionamiento y otra con el implante apagado.
Mientras que los voluntarios se sentían satisfechos y el implante estaba
encendido, la tomografía revelaba un metabolismo aumentado en el hipocampo,
un área del cerebro relacionada con la conducta emocional, aprendizaje y la
memoria, la corteza orbitofrontal y el cuerpo estriado.
El jefe de investigadores doctor Gene-Jack Wang, del Laboratorio Nacional de
Brookhaven (en Nueva York) dijo: «Apenas vimos las tomografías, me acordé
inmediatamente de lo que habíamos estudiado respecto de la adicción a las
drogas, cuando la gente está en una situación de ansias: se iluminaron las
mismas áreas».
Wang dijo que apoya la teoría de que hay características comunes en los circuitos
cerebrales entre el consumo de alimentos y el de drogas.
Pese a que se trata de un estudio pequeño, añadió, ayudaría a entender mejor el
deseo de comer y la obesidad. «Nos da un nuevo canal para entender cómo tratar
o prevenir la obesidad», dijo.
«Se están realizando muchas investigaciones alrededor del mundo para analizar
los marcadores biológicos -lo que sea que nos indique directamente lo que está
sucediendo en un proceso biológico- para entender la relación entre el apetito, la
saciedad y los factores emocionales que controlan qué comemos, cuándo lo
comemos y cuánto comemos», explicó Jimmy Bell, integrante del grupo de
análisis molecular del hospital de Hammersmith, en Londres.
«No me parece muy sorprendente que hayan encontrado un vínculo entre la
adicción a las drogas y la alimentación impulsiva. De alguna manera, comer
puede ser visto como una ‘adicción necesaria’: si no fuésemos adictos a comer,
muchos de nosotros dejaríamos de hacerlo».
Fuente: BBC Mundo.
Deja una respuesta