Definitivamente, las papas fritas de McDonalds, la comida enlatada, una
cena improvisada frente al televisor e, incluso los servicios de delivery, no
encajan de ningún modo con las más antiguas y exquisitas tradiciones
mediterráneas que aún perduran en muchas casas de familia pero que, en otras
regiones de Italia, están desapareciendo casi sin dejar rastro.
El clásico y saludable régimen de pescados frescos, frutas y verduras, pastas y
aceite de oliva se desmorona empujado por los perdidos hábitos del comer
americano.
Así, la comida chatarra tiene los mismos resultados que en los Estados Unidos:
un rápido incremento en los niveles de obesidad. «Las modas americanas llegan
siempre diez años tarde, y los efectos de la comida chatarra se están viendo
ahora» le dijo Amleto D’Amicis, líder de un equipo de nutricionistas que trabajó
junto al gobierno italiano en el último informe sobre obesidad en el país europeo,
al periódico estadounidense Usa Today.
El resultado de su investigación fue poco menos que preocupante: el 25 por ciento
de los niños italianos son gordos u obesos. Corroborando esta información, el
Ministerio de Salud italiano divulgó el mes pasado una cifra alarmante: de los
niños entre 6 y 10 años, el 36 por ciento tiene problemas de sobrepeso. El
problema se está generalizando en Europa. En muchos países, más de la mitad de
los adultos tiene exceso de peso y, en algunos, ya hay hasta un 30 por ciento de
obesos.
En Gran Bretaña, por ejemplo, el 21 por ciento de los hombres y el 24 por ciento
de las mujeres son considerados gordos, una cifra que se triplicó en los últimos
20 años, según la International Obesity Task Force, una ONG con sede en
Londres, Inglaterra, que trabaja con la Organización Mundial de la Salud. Sin una
acción urgente, los niveles de obesidad en Gran Bretaña se elevarán el 40 por
ciento o más en el transcurso de una sola generación, alertó la
organización.
Todavía no llegan a los exorbitantes niveles de los Estados Unidos, donde el 65
por ciento de los adultos tiene problemas de exceso de peso u obesidad y el 31
por ciento es calificado directamente como obeso. Además, el 6,3 por ciento de
las mujeres y 3,1 por ciento de los hombres son mórbidamente obesos, según el
Centro para la Prevención y Control de la Enfermedad de ese país. El problema
no se limita a Occidente, también crecen los niveles de obesidad en Oriente Medio
y Asia. «El modo de vida actual, implica el consumo de calorías a cada vuelta de
esquina, expresó Neville Rigby, portavoz de International Obesity.
Algunos países europeos le temen tanto a las consecuencias médicas y al costo
económico de la obesidad que, incluso, están sugiriendo acciones del tipo legal.
Suecia ha negociado ya restricciones voluntarias en la TV para aquellos
comerciales de comida chatarra que se dirijan a los niños. En sintonía, Debra
Shipley, miembro del parlamento británico, introdujo una proyecto de ley para
prohibir la publicidad de los alimentos que contenían altos niveles del azúcar, de
grasa y de sal durante programas de TV para preescolares. La Asociación Médica
Británica se animó a pedir un impuesto al gordo que tendría una tasa del 17,5
por ciento para la comida chatarra.
Claudio Colistra, jefe de la Federación Pediátrica de Roma, impulsó un programa
para educar a los padres y a escuelas sobre la necesidad de comer sano y
realizar actividades físicas. «Hemos perdido el hábito de sentarnos a una mesa
familiar. Ahora almorzamos fuera del hogar y muchas veces comida rápida.
Nuestra tarea es hacer que los padres recuperen la vieja cultura italiana», dijo
Colistra. Pero las cifras son complicadas. Mientras el 72 por ciento de los
trabajadores almorzaba en su casa hace diez años, ahora apenas lo hace la
mitad, según datos del Instituto Italiano de Estadísticas.
Los italianos, y los europeos en general, se están volviendo cada vez más
sedentarios; sus dietas incorporan calorías y grasas y sus formas de vida se
asemejaban cada vez más a la estadounidense. «La americanización de la dieta y
la americanización de la forma de vida, es el modo en que se exporta esta
enfermedad», sentenció Rigby.
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