El investigador Scott Lukas no tuvo problema alguno en obtener voluntarios
para su estudio, cuyas conclusiones fueron divulgadas en el último número de la
revista especializada «Alcoholism: Clinical and Experimental Research».
El equipo de Lukas, reclutado entre miembros del hospital McLean, vinculado a la
universidad de Harvard, creó un «departamento» en un laboratorio, completo con
televisión, sillas reclinables y una heladera repleta de cervezas.
Se determinó que los voluntarios que ingirieron kudzú bebieron como promedio
1,8 cervezas por sesión, comparado con 3,5 cervezas consumidas por quienes
tomaron un placebo.
Lukas no está seguro de los efectos del kudzú, pero tiene la hipótesis de que la
hierba acrecienta los niveles de alcohol y acelera sus efectos. O, para decirlo con
más sencillez, las personas necesitan menos cervezas para sentir las
consecuencias de una borrachera.
«Esa rápida infusión de alcohol les satisface, y elimina la necesidad de beber
más», dijo Lukas. «Pero se trata sólo de una hipótesis».
Lukas reclutó a 14 voluntarios, hombres y mujeres en su veintena, que pasaron
cuatro sesiones de 90 minutos cada una consumiendo cerveza y observando
televisión. Los investigadores reclutaron a sus voluntarios entre personas que
admitieron consumir de manera regular tres o cuatro raciones de alcohol por
día.
Luego de la primera sesión, algunos voluntarios recibieron cápsulas de kudzú,
otros, un placebo.
Ninguno de los voluntarios sufrió efectos secundarios por mezclar kudzú con
cerveza.
«Por lo que hemos podido comprobar, es perfectamente seguro», dijo
Lukas. «Algunos de los participantes dijeron haberse sentido algo más mareados,
pero no lo suficiente para chocar contra las paredes, o para tropezar y
caer».
Aunque el kudzú no va a convertir a bebedores en abstemios, admitió Lukas, al
menos les permitirá reducir su cuota de alcohol.
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