Los autores de este trabajo decidieron evaluar la presencia de este tipo de
molestias somáticas únicamente entre las jóvenes porque ellas suelen sufrirlos
con más frecuencia.
«Las tasas desproporcionadas de síntomas que experimentan las adolescentes
sugieren que hace falta una mejor comprensión de la naturaleza, alcance y
posibles causas de los síntomas somáticos tan frecuentes en esta población», dicen
estos investigadores.
Para ello han evaluado los resultados de una encuesta realizada entre 1997 y 1998
a más de 8.000 chicas estadounidenses de entre 11 y 16 años. De este modo, se
vio que muchas de ellas padecían numerosas molestias todas las semanas: casi un
tercio de las encuestadas experimentaba cefaleas; otras tantas, fatiga matutina; la
cuarta parte tenía lumbalgias y una quinta parte, dolores de estómago.
«Aunque pueden establecerse relaciones entre estas quejas y otros fenómenos
biológicos, como la menstruación, la mayoría de estos síntomas parecen estar
asociados con más fuerza con factores de riesgo sociales, del entorno y de la
conducta», sostienen los autores.
De hecho, al hacer un análisis más detallado de estos resultados, han visto que las
chicas afectadas por alguno de estos problemas solían padecer las otras molestias.
Por ejemplo, entre las aquejadas de cefaleas, el 53% tenía también dolores de
estómago y el 74% cansancio matinal.
«Estos hallazgos sugieren que para tratar de modo eficaz a las adolescentes que
se presenten [en la consulta] con una queja somática, es necesario realizar una
extensa evaluación para identificar tanto los síntomas presentes como cualquier
enfermedad relacionada», sostienen los autores.
Así, el consumo de cafeína, las borracheras (es decir, haber consumido más de
cinco bebidas alcohólicas durante tres días) y el tabaquismo (incluso cuando se
trataba de chicas que fumaban ocasionalmente) parecían incrementar las
probabilidades de sufrir las cefaleas y demás molestias.
En cuanto a este último vicio, los autores recuerdan que, entre las jóvenes de esas
edades, el tabaco suele ir asociado a los intentos de controlar el peso, de modo
que los síntomas físicos podrían estar indicando que la chica también sufre algún
trastorno alimenticio o que no se siente adaptada por culpa de su
cuerpo.
Basándose en los resultados de estudios previos, los autores opinan que «el apoyo
paterno y docente puede ayudar a reducir las conductas de riesgo que están
relacionadas con los problemas de salud entre las adolescentes».
Precisamente, el estudio también ha revelado que las entrevistadas mayores eran
las que sufrían con más frecuencia los dolores, «un posible reflejo de que a medida
que crecen se involucran cada vez más en conductas de riesgo y se implican
menos en actividades protectoras», como el ejercicio.
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