El descubrimiento abre el camino a la posibilidad de crear fármacos capaces
de inhibir la acción de las enzimas causantes de la obesidad y de combatirla, así
como a otras enfermedades vinculadas, como la diabetes.
El gen controla la actividad de la enzima llamada ACC2 (acetil-CoA-carbosilaxis-
2), una especie de «almacenador» de las grasas.
Para estudiar su funcionamiento, los investigadores guiados por Salih Wakil
sometieron durante cuatro meses a una dieta riquísima de hidratos de carbono y
grasos a un cobayo normal y a uno genéticamente modificado privado de la
enzima ACC2.
Por la cantidad de alimentos que los cobayos comieron cada día y sobre todo por
los grasos y los hidratos de carbono que ingirieron cotidianamente, ambos
habrían tenido que acumular grasas y además contraer enfermedades vinculadas,
como obesidad y diabetes.
Pero ocurrió solo para el cobayo normal, que en el arco de los cuatro meses del
estudio se volvió al menos el doble del modificado y se enfermó de diabetes.
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