La investigación muestra la incidencia que los contaminantes del aire tienen
en las enfermedades del corazón. El hallazgo más importante, para Demosthenes
B. Panagiotakos, uno de los autores del estudio, es que «se comprobó que un
aumento en 10 unidades del monóxido de carbono (CO) estaba asociado a un
incremento del 46% en el número de muertes cardiovasculares». Otras sustancias
que también influyen en la tasa de mortalidad, aunque en menor medida que el
CO, son el humo, el dióxido de azufre y el dióxido de nitrógeno.
La investigación revela que la contaminación del aire, incluso en niveles
considerados inocuos, es perjudicial para el corazón. Este descubrimiento es
importante, sobre todo en lo que se refiere al monóxido de carbono, porque la
principal causa de la polución atmosférica en las grandes urbes es el tráfico de
coches, que desprenden CO.
Este trabajo, presentado en la reunión de la American Heart Association que se
celebra en Orlando (EEUU), se realizó en Atenas (Grecia) entre 1992 y 1997. Se
reunieron valores diarios de los principales contaminantes del aire de ocho
estaciones pertenecientes al Ministerio de Medio Ambiente de dicho país y se
anotaron las muertes por enfermedad cardiaca e infarto cerebral. Los datos
reflejaron que se producían, de media, unos 35 fallecimientos diarios por
enfermedades cardiovasculares. Pero, según Panagiotakos, el aumento de sólo
una unidad en los niveles de CO podría producir dos óbitos más cada día o, lo que
es lo mismo, un total de más de 700 muertes al año.
La concentración de agentes contaminantes es mucho más acusada en invierno
que en verano debido a las calefacciones, a la actividad de las fábricas, etc. Por
ello, es especialmente en esta época cuando, según los investigadores, «las
autoridades sanitarias deben tomar acciones para reducir la mortalidad
cardiovascular en las ciudades».
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